domingo, 21 de septiembre de 2008

Anécdota real

La mujer gitana me adelanta en las escaleras del metro. El instinto cultural (permítaseme la paradoja) hace que mi mano vaya inmediatamente a la cremallera de la bolsa de tela que me cuelga del hombro. Sigo avanzando y compruebo la dirección que debo tomar. La mujer gitana pregunta a unos de seguridad: "¿Por aquí se va a Sol?". Claro que se va a Sol, pensé yo para mis adentros, lo pone bien claro en el panel. Se oye el chirriar del tren que va parando en el andén. La mujer gitana y yo corremos hacia las puertas que se abren (ella tiene el cabello muy negro y unos pendientes largos muy bonitos le adornan las orejas, no es joven). Nos sentamos juntas. Qué alivio, haber cogido sitio. Saco unos papelotes de la bolsa. La mujer se gira. "Perdona, ¿este metro va a Sol?", sonríe mientras habla.´"Sí, lo puedes ver en el cartel de la línea", señalo con el dedo, "ahora viene Antón Martín, y luego...". "Ah, ya, pero es que no sé leer".
No sabe leer. Y de repente me imaginé que yo era ella y que iba en metro y que por todas partes había signos de colores que yo no entendía ni sabía descifrar ni eran nada para mí. ¿Cómo se vive sin saber leer? ¿Se parece a la ceguera o a la sordera? ¿O es muchísimo peor que perder un sentido?
De repente me dio mucha pena aquella mujer. "No se preocupe, yo le aviso cuando sea Sol, no quedan muchas paradas". "Muchas gracias", y volvió a sonreír. Yo me puse a hacer lo único que sé hacer en el metro, leer algo. La mujer gitana ponía su mirada en el negro del túnel que atravesábamos a toda velocidad.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Diario de exposiciones

Ahora voy poco a exposiciones. Me pierdo mucho de la oferta cultural de esta ciudad loca. Pero acudí a visitar esta pequeña muestra de Duane Hanson en los Depósitos del Canal de Isabel II, en la Plaza de Castilla. Me impresionó. Duane Hanson es un escultor estadounidense hiperrealista. Como Antonio López en la pintura. Parece que el hiperrealismo no aporta nada nuevo, ¿qué hay de novedoso en copiar la realidad tal cual, exactamente como la vemos? ¿Exactamente como la vemos? Ésa es la pregunta...
Las esculturas de Hanson son de tamaño natural. No sólo eso, sino que parecen de verdad personas de carne y hueso. Creo que lo que impacta de su obra es precisamente que obliga a contemplar lo que para nosotros es la realidad cotidiana. Es como si uno se sentara en el banco de un parque a ver la gente pasar. Pero en vez de en el parque, en un museo. Y la realidad pierde realidad pero uno se fija más en ella. En el policía, el médico, la limpiadora negra, los obreros en el andamio, el gimnasta, la pareja sentada, la vendedora de camisetas ambulante... Todo aquello en lo que no reparas, en una exposición. Para que uno se dé cuenta de que no se da cuenta: de las personas normales y corrientes que nos rodean.
Eso sí, cuando lo real pasa a ser arte pierde toda su realidad. Y esa contradicción choca y marea al visitante, que se marcha desasogado, trastornado, pensando en que ese límite que creía tan claro entre el arte y la vida no existe. Creo que ésta es la gran virtud del hiperrealismo, destrozar este límite, dar la vuelta a la verdad del arte y la mentira de lo real.
Yo salí cabizbaja, sin saber en qué poner mis pensamientos.